Si mi estancia en Alemania ha servido de algo, además de convertirme en una master and commander del sistema de reciclado (lejos ha quedado esa neófita jovenzuela que ignoraba que las botellas de vidrio sólo se reciclan en horas de oficina, o que las que contienen yogur deben lavarse primero, por ejemplo), es para constatar que, contra todas las presunciones y prejuicios, este es un país tropical. La ola de calor, que llegó temprano y es sólo interrumpida por periodos de copiosos aguaceros, hace estragos en mi calidad de vida y en mi de por si reducida capacidad para mantenerme alerta.
Para hacer frente a las abrasivas condiciones climáticas, la población general recurre al desvestido y a las playas urbanas, Chispa y yo además recurrimos a los fines de semana echados en el jardín de la casa paterna, donde podemos disfrutar de bebidas refrescantes y fiestas de asado.
En una de las últimas visitas me disponía a sentarme en una silla del jardín, con la mamá de Chispa al otro lado de la mesa, cuando la buena mujer se abalanzó y con un noooooo evitó que me sentara en una silla cuyo fondo estaba cubierto por un gran charco de agua de lluvia. Después de un buen rato se acercó a la mesa Chispa comiendo un pan con queso y portando una gran sonrisa de satisfacción. Mientras se acomodaba notamos que su mama, una señora muy educada, seria y formal, dejaba escapar una sonrisa y trataba de contener la carcajada, Chispa se detuvo y nos vio sospechoso, pero yo distraída como de costumbre, sólo le murmuré, honestamente: no sé que le pasa. Acto seguido, en un momento de total pastelazo Chispa se sentó en una silla llena de agua estancada. Ante nuestra sorpresa la mamá se soltó a reír, ojos llorosos, carcajada plena, mientras el traje de Chispa se inundaba de agua de lluvia y su cara de furia asesina... de pastelazo! La buena mujer, entre carcajada y carcajada, sólo acertó a decirme: menos mal, por un momento pensé que le ibas a advertir!
Para hacer frente a las abrasivas condiciones climáticas, la población general recurre al desvestido y a las playas urbanas, Chispa y yo además recurrimos a los fines de semana echados en el jardín de la casa paterna, donde podemos disfrutar de bebidas refrescantes y fiestas de asado.
En una de las últimas visitas me disponía a sentarme en una silla del jardín, con la mamá de Chispa al otro lado de la mesa, cuando la buena mujer se abalanzó y con un noooooo evitó que me sentara en una silla cuyo fondo estaba cubierto por un gran charco de agua de lluvia. Después de un buen rato se acercó a la mesa Chispa comiendo un pan con queso y portando una gran sonrisa de satisfacción. Mientras se acomodaba notamos que su mama, una señora muy educada, seria y formal, dejaba escapar una sonrisa y trataba de contener la carcajada, Chispa se detuvo y nos vio sospechoso, pero yo distraída como de costumbre, sólo le murmuré, honestamente: no sé que le pasa. Acto seguido, en un momento de total pastelazo Chispa se sentó en una silla llena de agua estancada. Ante nuestra sorpresa la mamá se soltó a reír, ojos llorosos, carcajada plena, mientras el traje de Chispa se inundaba de agua de lluvia y su cara de furia asesina... de pastelazo! La buena mujer, entre carcajada y carcajada, sólo acertó a decirme: menos mal, por un momento pensé que le ibas a advertir!
Ese fue el momento en el que me dí cuenta de que había caído en la familia política adecuada.
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