04 agosto, 2010

Schopenhauer my ass!!!


Cayó en mis manos un libro de Arthur Schopenhauer, uno de los grandes “pensadores alemanes y de los mejores prosistas en lengua germana. Schopenhauer, con lenguaje claro y sencillo fue penetrando en las bases más profundas de la filosofía occidental. Elaboró un original sistema que recogía el pensamiento de los clásicos como Platón y Kant para llevarlos a coincidir sorprendentemente con budismo e hinduismo, cerrando así el círculo de la filosofía para llevarla de nuevo a sus orígenes, a las culturas más antiguas de la humanidad. Fue de hecho, el primer intento serio de unir las metafísicas occidental y oriental, y aunque esto no fuera intencional, lo cierto es que se anticipó a los intereses del siglo venidero.”

Leí su Ensayo sobre el amor, en el cual reduce este noble sentimiento que ha inspirado sublimes obras de arte, gestas heroicas y epopeyas históricas al simple instinto de perpetuar la especie a y asegurar constitución de la humanidad futura. Según el ilustre autor, hombres y mujeres deben buscar en su pareja las cualidades que compensen a cabalidad sus defectos físicos, mentales y espirituales:

“No hay hombre que en primer término no desee con ardor y no prefiera las más hermosas criaturas, porque realizan el tipo más puro de la especie. Después buscará sobre todo las cualidades que le faltan, o a veces las imperfecciones opuestas a las suyas propias (…).

“La primera consideración que nos dirige al simpatizar y elegir es la de la edad. En general, la mujer que elegimos se encuentra en los años comprendidos entre el final y el comienzo del flujo menstruo; por tanto, damos decisiva preferencia al período que media entre las edades de 15 y 28 años. No nos atrae ninguna mujer fuera de las precedentes condiciones. Una mujer de edad, es decir, incapaz de tener hijos, no nos inspira más que un sentimiento de aversión. La juventud sin belleza tiene siempre atractivo, pero ya no lo tiene tanto la hermosura sin juventud.

La segunda consideración es la salud: las enfermedades agudas no turban nuestras inclinaciones sino de un modo transitorio; por el contrario, las enfermedades crónicas, las caquexias, asustan o apartan, porque se transmiten a los hijos.

La tercera consideración es el esqueleto, (…) nada nos aleja tanto como una conformación defectuosa: ni aun el rostro más hermoso podría indemnizarnos de una espalda encorvada; por el contrario, siempre será preferido un rostro feo sobre un torso recto. Un defecto del esqueleto es lo que siempre nos choca más; por ejemplo, un talle rechoncho y enano, piernas demasiado cortas o el andar cojeando (…). La extremada importancia que damos todos a los pies pequeños tiene también relación con estas consideraciones (…). No es menor la importancia de los dientes, porque sirven para la nutrición y son especialmente hereditarios.

La cuarta consideración es cierta plenitud de carnes, es decir, el predominio de la facultad vegetativa, de la plasticidad, porque ésta promete al feto un alimento rico; por eso una mujer alta y flaca es repulsiva de un modo sorprendente. Los pechos bien redondos y de buena forma ejercen una notable fascinación sobre los hombres, porque hallándose en relación directa con las funciones genésicas en la mujer (…). Por el contrario, mujeres gordas con exceso excitan repugnancia en nosotros, porque ese estado morboso es un signo de atrofia del útero, y por consiguiente una señal de esterilidad (…).

La belleza de la cara no se toma en consideración sino en el último lugar. (…) más que nada se busca una nariz bien hecha, al tiempo que una nariz corta, arremangada, lo desluce todo. Una ligera inclinación de la nariz hacia arriba o hacia abajo ha decidido de la suerte de infinidad de mujeres jóvenes, y con razón, porque se trata de mantener el tipo de la especie. La pequeñez de la boca, formada por unos huesos maxilares pequeños, es esencialísima como carácter específico del rostro humano (…). La barba escurrida, o amputada, es particularmente repulsiva, porque un rasgo característico de nuestra especie es la barbilla prominente. En último término, se consideran los ojos y la frente hermosos, los cuales se relacionan con las cualidades psíquicas, sobre todo con las cualidades intelectuales, que forman parte de la herencia, por la madre.”

Por su parte, “las mujeres prefieren en el hombre a cualquiera otra edad la de treinta y treinta y cinco años, aun por encima de los hombres jóvenes que, sin embargo representan la flor de la belleza masculina. La causa de eso es que se guían, no por el gusto, sino por el instinto, que reconoce en esos años el apogeo de la potencia genérica.

En general, hacen muy poco caso de la hermosura, sobre todo de la del rostro, cómo si ellas solas se encargasen de transmitirla al hijo. La fuerza y la valentía del hombre son, sobre todo, las que conquistan su corazón, porque estas cualidades prometen una generación de robustos hijos (…). De aquí procede que a menudo amen las mujeres a hombres feísimos, pero nunca a hombres afeminados, porque no pueden ellas neutralizar semejante defecto.

Cuanto más débil es un hombre desde el punto de vista de la fuerza muscular, más buscará mujeres fuertes, y la mujer obrará lo mismo. Pero como es una ley de la Naturaleza que la mujer tenga una fuerza muscular menor, también está en la Naturaleza el que las mujeres prefieran a los hombres robustos. La estatura es también una consideración importante. Los hombres bajitos tienen decidida inclinación a las mujeres grandes, y recíprocamente. La aversión de las mujeres grandes por los hombres grandes está en el fondo de las miras de la Naturaleza, a fin de evitar una raza gigantesca, cuando la fuerza transmitida por la madre sería demasiado débil para asegurar larga duración a esta raza excepcional.

Hasta en las diversas partes del cuerpo busca cada cual un correctivo a sus defectos, a sus desviaciones, con tanto mayor cuidado cuanto más importante sea la parte. Por ejemplo: las personas de nariz chata contemplan con inexplicable placer una nariz aguileña, un perfil de loro, y así por el estilo. Los hombres de formas escuálidas, de largo esqueleto, admiran a una personilla que cabe bajo una taza y corta con exceso. (…)”

Si Shopenhauer estuviera en lo correcto, estoy condenada a una vida triste y solitaria. Para empezar ya tengo tantito más de 28, motivo por el cual seguramente resulto repulsiva para la mayoría de los gentiles. No obstante, si mis demás gracias fueran capaces de subsanar semejante defecto, y lograra engatusar a algún mentecato, también la tengo difícil. En este caso cabrían dos posibilidades:

1) Que algún gordo, chaparro, chimuelo y pelos necios, un peludo panzón, o un güero, anciano y cadavérico, obviamente de más de 35 años y bastante tonto, conquiste mi corazón.





(Si fuera Iggy, nuestra descendencia por lo menos tendría algún talento)

2) Que yo dedique todo mi empeño en perseguir y acorralar hasta que no puedan seguir escapando a algún apuesto y gallardo mozalbete tipo:





No importa que no sean muy listos, en lo que no le discuto a Schopenhauer es que eso viene de la madre.

Dadas las premisas anteriores, se presentan 2 escenarios factibles:

1) Que encuentre a alguno que no se acerque a ninguno de los dos extremos mencionados, sino que por el contrario sea uno muy parecido a mí, con mis defectos y virtudes, con lo cual la hipótesis de Schopenhauer quedaría descartada, cuantimas si decidiésemos no reproducirnos; o

2) Que en efecto mi vida sea triste y solitaria. Con lo cual, no estaría siguiendo el instinto de preservación de la especie. Si esto fuera así, se generaría una de esas paradojas capaces de destruir el universo (e.g. cuando Fry de Futurama viaja al pasado y se convierte en su propio abuelo).

En conclusión Schopenhauer my ass!!!

5 comentarios:

Nilbia dijo...

Ese charlatán apesta.
Nena, aquí entre nos y con todo respeto, sólo nos queda presumir nuestros redondos y aún apretados grandes pechos gracias al 2 x 1 en brassieres de Don Julio regalado, mega love yo!!

Atzimba dijo...

Jajajaja. Ese Schopenhauer a-p-e-s-t-a

RBD dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
RBD dijo...

Cami: tu lectura de Schopenhauer es brillante y muy aguda. Tanto como para hacerlo caer por su propio peso. O bien, sus ideas se hicieron irrelevantes, dado el avance de nuestra civilización después de la segunda guerra mundial que algunas de sus ideas aquí expresadas no parecen haber hecho más que fomentar.

Pero, sobre todo, hay que explicarle a Schopi que mejor cada burro a su mecate y un filósofo podrá discurrir excelentemente sobre las grandes ideas de la humanidad, pero cuándo, cuándo, dime tú, se ha sabido que un filósofo sepa de ligues. Nunca, repito, nunca/nunca/NUNCA.

Así que secundo tu moción: Schopenhauer my ass!!!

Adriana Degetau dijo...

En el caso de la mayoría, se quedan con lo que pueden y no con lo que quieren. He visto eso mil veces en la ciudad. En el metro, en el metrobús, en las calles, en las aulas, en las oficinas.
Schopenhauer es muy estilizado para el día a día.
Leeré el ensayo.

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