Desde mi regreso a la ciudad de México todo había sido alegría y contento. Me recibió mi amorosa familia que además de aprecio y diversión me provee innumerables bienes y servicios así como de variadas y por demás sabrosas viandas. Mis amigos no ha dejado de dar muestras de afecto. La Cuidad de México me había mostrado su mejor cara. Hasta que hoy salí de mi burbuja y me enfrente a la realidad. En el momento en el que aborde el metro y me enfrente a su variedad de olores, colores, texturas y sonidos fue cuando por fin me di cuenta que estaba en mi amada ciudad y no pude más que pensar: “Ora si ya me chingué”
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