EL OBSERVADOR GLOBAL / Sin tetas no hay paraíso
Moisés Naím (05-Ago-2008)
Reforma
"Este es el título de un libro del colombiano Gustavo Bolívar que, transformado en telenovela, ha logrado un gran éxito internacional. Cuenta la historia de Catalina, una muchacha pobre que decide hacer cualquier cosa con tal de tener con qué pagarse la cirugía plástica que le dote de senos más grandes.
Para muchos, la conducta de Catalina es de una frivolidad que raya en lo irracional. Para otros, no hay nada más racional. Sustentan su opinión en serias investigaciones científicas que demuestran que la apariencia física tiene importantes consecuencias sobre el salario. Además, desgraciada pero inevitablemente, en muchas sociedades la cirugía plástica se ha convertido en el principal acelerador del progreso económico, especialmente para las mujeres.
En un buen número de países, las ganancias que produce una inversión en la mejora del aspecto físico superan las que se obtienen de una inversión en un título universitario (y yo que insisto en estudiar, aun cuando una sabia Profesora me dijo muy al principio de mis estudios como politóloga: “hay Camila, tu deberías estar estudiando algo más para señoritas como tu, algo como historia del arte”). Para una joven rusa, china o argentina, por ejemplo, resulta más rentable ser bella que ser graduada universitaria. Sin que ello implique que se prostituyan. Más bien se trata de que, en general, la gente bella gana más que la fea (de ahí mi bajo salario, y el bajísimo nivel del salario del mexicano promedio). Esta afirmación va en contra de la presunción de que las apariencias no importan, de que la belleza es relativa y que los patrones de quién es bonito o feo dependen de la cultura (Teoría de la mala distribución geográfica de la belleza: no es que sea guapa, es que es exótica). Pues resulta que nada de esto es así.
Daniel Hamermesh, de la Universidad de Texas, entrevistó a una muestra aleatoria de individuos entre los 7 y los 50 años en varios países y a cada entrevistado le pedía que clasificara a las personas cuyas fotos le mostraba de acuerdo a su atractivo físico. La primera sorpresa fue que en todas partes del mundo, y sin importar edad, sexo, educación, religión o nivel de ingresos, los entrevistados coincidieron en sus opiniones acerca de quiénes eran las personas más o menos atractivas en las fotos. La segunda sorpresa es que Hamermesh tenía la información sobre los salarios de cada uno de los fotografiados y descubrió que las personas clasificadas como más atractivas ganaban más que el promedio, y las "feas", menos. Así, en Estados Unidos los hombres "feos" ganan 9% menos que quienes tienen un atractivo promedio; en Inglaterra, 18% y en China (Shanghai), 25% menos (¿como se puede distinguir entre un chino feo y uno guapo?) Las mujeres menos agraciadas que el promedio ganan 6% menos en Estados Unidos, 11 % en Inglaterra y un enorme 31 % en Shanghai, donde las mujeres más atractivas ganan 10 % más que el promedio, lo que arroja una diferencia de 41 % entre los ingresos de las chinas bonitas y los de las feas.
Hamermesh hizo el mismo estudio en la Asociación Americana de Economistas, donde encontró que los más atractivos eran elegidos con más frecuencia para las posiciones de liderazgo del gremio que agrupa a los más fervorosos creyentes en los mercados, la meritocracia y la racionalidad en las decisiones.
Los resultados de Hamermesh también encuentran eco en estudios que demuestran que, en todas partes, la estatura aumenta el ingreso (eso me compensa). En Estados Unidos, 25 % de la población que es más alta gana 10 % más que el 25 % más bajo. Se han dado muchas explicaciones para esta tendencia: psicológicas, sociales, nutricionales, etc. Pero la más reciente es la más explosiva: los más altos ganan más porque son más inteligentes (Siempre tuve razón: de las ratas…las más altas). Esto es lo que concluyen Anne Case y Christina Paxson, quienes al estudiar muestras de niños de tres años de edad encontraron que los más altos tenían resultados sustancialmente superiores en pruebas cognitivas que los niños más bajos.
"Encontramos que la ventaja en ingresos asociada con la mayor estatura está estadísticamente asociada con los mejores resultados de los test durante la niñez. Además, demostramos que las personas más altas escogen ocupaciones que requieren destrezas cognitivas superiores y menores exigencias físicas" (y yo que pensé que yo era huevona, no, sólo soy alta), escriben Case y Paxson. Queda por verse si esta conclusión sobrevive al escrutinio de otros investigadores.
Pero, volviendo a Catalina, vale la pena mencionar que los senos no son el único billete al paraíso económico. Los dientes también. Así es: quienes tienen mejores dientes ganan más (mi estúpido diente feliz, y yo que pensaba que me da personalidad cuando en realidad está saboteando mi carrera y me disminuye el sueldo). El valor económico de los dientes es el título del trabajo donde Sherry Glied y Matthew Neidell demuestran que las mujeres que tienen mejor dentadura ganan 4 % más que quienes la tienen peor. Esta es una buena noticia: cepillarse los dientes con frecuencia es más fácil que someterse a la cirugía plástica."
3 comentarios:
Jajaja, recuerdo ese momento, pero, dicho sea de paso, la Joy Langston, continuando la tradición de misoginia entre las maestras del CIDE, tuvo la puntada de mandarte a estudiar no Historia del Arte sino y cito: "Algo como corte y confección o moda, quizás en Italia", fue la misma reunión en la que a mí me dijo que no tenia disciplina.
Hay un grupo de mujeres no altas que van bien, tipo Natalie Portman.
Muy buenas las intervenciones al texto en tu posss.
Saludines.
bueno si, la cosa es no ser chaparra, gorda, fea y chimuela. Ya con una que tengas bien te salvas...
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