Como un castigo a la desobediencia, Dios nos condenó a ganar el pan con el sudor de nuestra frente. Afortunadamente, y para evitar la fatiga, yo encontré un trabajo que puedo hacer desde mi casa. El trabajo es por si mismo pesado y aburrido, sin embargo, el hecho de realizarlo desde mi casa tiene grandes ventajas:
- Puedo despertar 2 minutos antes de mi hora de entrada.
- No tengo que arreglarme para ir a la oficina, de hecho, mi uniforme de trabajo es muy similar a mi uniforme de dormir, y del baño diario, ni hablamos.
- No tengo que guardar comida en el cajón de mi escritorio, por que tengo libre acceso al refrigerador.
- No tengo que enfrentarme a la abrumadora ciudad de México y su característico tránsito vehicular cada mañana, lo cual incide positivamente en mi humor y mis ganas de trabajar.
- Mi “oficina” cuenta con todas las facilidades imaginables para hacer del trabajo algo placentero: área de descanso, comedor, baño privado, estacionamiento, zona de visitas, hamaca, sala de conferencias, 3 líneas telefónicas, etc…
- Trabajo en un ambiente libre de burocracia.
Pero no todo es mil sobre hojuelas trabajando en casa, existen algunos inconvenientes menores:
- No puedo hablar mal de mis compañeros de oficina, ni reportarlas por que trabajan, ni quejarme de sus gustos musicales, esencialmente por que son mi mamá y mis hermanas.
- El libre acceso al refrigerador puede causar trastornos alimenticios severos.
- Tengo grandes incentivos para no trabajar, especialmente la hamaca y la televisión.
- Nadie me dice licenciada, ni me regalan cosas para ganarse mi afecto.
- Todo el día es horario de oficina.
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