Llevo ya 6 meses
en Seúl. Se me han pasado como unos minutos…sin respirar. Sin respirar, cómo me
gustaría que fueran mis trayectos a bordo de los taxis de esta ciudad, que
nunca dejan de sorprender con sus insospechados aromas. Sin respirar, cómo
aquellos que tienen el infortunio de toparse conmigo después de caminar unos
minutos bajo el extenuante sol del verano, claro, como ellos est
á n geneticamente imposibilitados para transpirar se sorprenden ante cualquier individuo bañado
en sudor.
La experiencia ha
sido de lo más enriquecedora pues me ha permitido superar todos los miedos
nacidos de la ignorancia y los prejuicios. Con esto no quiero decir de ninguna
manera que mis miedos y prejuicios estuvieran infundados. Por el contrario, todos
ellos han resultado ciertos: si, soy una de las mujeres más altas a la redonda,
y justamente por redonda no hay ropa que me quede en ninguna tienda; el idioma
resultó tan difícil como lo pensaba o tal vez yo no soy tan inteligente, por
suerte mi teléfono lo es y me ha sacado de todas las situaciones difíciles originadas
por mi nula capacidad de comunicación; todavía no sé si comen perro, en cuyo
caso sería una sopa por demás desabrida dado que sus perros tienen en tamaño cuando
más de una rata de tamaño medio. Lo enriquecedor de la experiencia entonces ha
sido sobrevivir a mis miedos y por supuesto a mi torpeza (Exhibit A).
Entre las muchas
lecciones aprendidas, las más valiosas hasta ahora, y las que estoy segura de que
me acompañarán durante el resto de mis andanzas son: 1) no preguntes, es comida
y 2) nunca tomes nada por sentado como el uso de desodorante o la tolerancia al
alcohol, ni sobrestimes el poder de un escote.
Finalmente diré
que Seúl no es una ciudad de una belleza obvia, lo cual invita a explorarla en busca
de sus atractivos, los cuales son sumamente reconfortantes para los que se atreven a salir a por ellos. De vez en cuando me regala vistas maravillosas o encuentro
en los lugares más inesperados pequeños espacios llenos de calma ajenos al
eterno bullicio de la ciudad producido por el tráfico, los altavoces, la gente
que invita a entrar a los comercios, y sobre todo el K-Pop que flota en el
ambiente.
2 comentarios:
Gracias vieji, qué buen post. Sigues escribiendo genial, tan fino tu humor como tus observaciones. Te extraño.
Llego a tu evaluación semestral como seis meses después, ahora, que estoy procrastinando en el mejor blog de esos.
Saludos!!
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