07 agosto, 2006

Mi vida ascética

Es increíble como en poco tiempo cambia la gente, y termina haciendo o siendo cosas que jamás se imaginó, o que los demás jamás esperarían de ellos. Voy a referir los dos casos que me hicieron reflexionar sobre esta “montaña rusa emocional”. El primer caso es el de un par de amigos que vinieron desde México esta semana. El, es amigo de mis hermanos mayores desde que tengo uso de razón-bueno desde que tengo razón aunque no la use- y recuerdo que en algún momento de su adolescencia mi santo padre les sugirió enérgicamente alejarse de él por ser una mala influencia. De la misma forma pensaban los padres del resto de los amigos. Este muchacho nunca se caracterizó por su pasividad, buen comportamiento o resultados negativos en el alcoholímetro o pruebas anti duping. Su novia, ahora esposa, era una chica bastante tranquila, hija de mamá y ojito derecho de papá, que con el tiempo sucumbió a la influencia de este carcamán. 6 años después siguen felizmente casados pese a todas las apuestas, quinielas y predicciones e incluso llegaron a ser una pareja de los más tranquila, civilizada y adorable (de esas que odio).El otro ejemplo, el que me perturba, es el mío propio. Nunca me consideré particularmente ñoña, aunque la pareja podría afirmar lo contrario, pero por azares del destino he empezado una vida bastante ascética., la cual encuentro verdaderamente gratificante. Desde hace varias semanas que encuentro un gran placer en mi rutina diaria consistente en despertar tarde, comer, dirigirme a la biblioteca, salir e ir a nadar al mar, regresar hecha polvo a leer un poco y dormir. Primero pensé que todo esto se debía a que la biblioteca es el único lugar en Barcelona donde se puede respirar y caminar tranquilamente sin tener que esquivar ordas desenfrenadas de turistas que atacan la ciudad cual la plaga de langostas que envió Dios a Egipto. Después me di cuenta que en realidad lo que me atraía de esta rutina, es que todas mis actividades las llevo a cabo esencialmente sola y me altera cuando alguien se interpone en mi rutina. Estamos hablando aquí de un alto nivel de intolerancia, sin causas aparentes, y sin una explicación lógica, al menos para mí.Mi principal preocupación reside en que esto no sea una etapa y se convierta en algo definitivo; ¿y si me convierto en una ñoña total?, ¿y si empiezo a convertirme en un ratón de biblioteca?, ¿y si empiezo a encontrar más agradable la vida ermitaña que el convivir con el resto de la gente?, o sea ¿y si me convierto en Paty, la hermana de March? La mala actitud ya la tengo, el bigote también, el sobrepeso también. Me faltaría una hermana gemela o algo parecido, pero: la pareja ya tiene cuasi-marido, Tita esta del otro lado del Atlántico, la Chavala (pareja sustituta) emigró. Creo que mi única solución es comprarme una iguana llamada Chelito!

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